-Me da una fatiga terrible... pero... ¿podría usted...?
Es que ya han cerrado el banco... mi marido está trabajando y tengo que ir a
comprar... eh.... ¿me podría dejar algo de dinero? Con diez euros me vale...
mañana mismo se los traigo...
Cogí veinte
euros y se los dí. Aunque apenas nos conocíamos, no se lo podía negar. Poco
tiempo antes habíamos tenido que entrar en su piso para hacer unas reparaciones
en el tejado de mi terraza. Incluso me dejó sus llaves. No nos conocíamos de
nada, pero me dejó las llaves de su casa. ¿Por qué confiaba en nosotros hasta
ese extremo? Quizá confiaba así en todo el mundo...
Nunca supe
nada de ella, ni siquiera su nombre, soy así de despistado. Pienso que muy
pocos sabían realmente algo sobre ella. Pesaba más el menosprecio incluso tras
su muerte, dicen que por sobredosis.
Dicen que
tenía hijos en otra ciudad.
Me pregunto qué pudiste comprar con veinte euros.
Me pregunto qué pudiste comprar con veinte euros.
¿Cuánto vale
un pensamiento o un recuerdo? Veinte euros pagué por este. Para mí un trozo de vida. Para ti, quizás fue
un trozo de muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario